Ficha 342

FICHA 342
Apellido del enfermo: Agrasot, Luisa
Edad: 24 años. Natural de Veracruz, Ver.
Diagnóstico: Erupción cutánea de origen probablemente polibacilar.
Tratamiento: Dos millones de unidades de penicilina.
Resultado: Nulo.
Observaciones: Caso único. Recalcitrante. Sin precedentes.
Desde el decimoquinto día me abrumó. El diagnóstico era clarísimo. Sin que cupiese duda alguna. Al fracasar la penicilina ensayé desesperadamente toda clase de otros remedios: no sabía por dónde salir. Me trajo de cabeza, de día y de noche, semanas y semanas, hasta que le administré una dosis de cianuro potásico. La paciencia-aun con los pacientes-tiene un límite.

Max Aub. Visto en: http://www.microrelatos.com/especiales/espindex.asp?codigoespecial=4&tipoespecial=A&autorespecial=Max%20Aub&tituloespecial=Max%20Aub

Música

Las dos hijas del Gran Compositor -seis y siete años- estaban acostumbradas al silencio. En la casa no debía oírse ni un ruido, porque papá trabajaba. Andaban de puntillas, en zapatillas, y sólo a ráfagas, el silencio se rompía con las notas del piano de papá.

Y otra vez silencio.

Un día, la puerta del estudio quedó mal cerrada, y la más pequeña de las niñas se acercó sigilosamente a la rendija; pudo ver cómo papá, a ratos, se inclinaba sobre un papel, y anotaba algo.

La niña más pequeña corrió entonces en busca de su hermana mayor. Y gritó, gritó por primera vez en tanto silencio:

-¡La música de papá, no te la creas…! ¡Se la inventa!

Ana Mª Matute. Visto en: http://regentshonors.wordpress.com/2011/03/12/microcuentos/

Punto de vista

Cuando caí en la cuenta de que nadie podía verme ni oírme el corazón me dio un vuelco. Intenté en vano tocar a los viandantes, descubriendo que atravesaba gente, muros, todo. Aterrado, pensé que había muerto de un infarto repentino, y que me había visto condenado a vagar por el mundo como un espectro errante… Pronto me di cuenta de que la verdad era mucho menos terrible: no era yo el muerto sino todos vosotros, pobres fantasmas insustanciales.

El alma del círculo

S_ñé que vivía en un mund_ en el que Pi n_ valía 3.14159 sin_ 4.53747. Desesperad_, me di cuenta de que n_ era capaz de dibujar ningún círcul_, ni p_r tant_ de usar la letra “_“ ni el númer_ “cer_“. Y cuand_ me miré en un espej_ vi que t_das las curvas de mi cuerp_ (_j_s, cabeza, barriga) tenían un aspect_ extrañísim_ y dist_rsionad_. Ent_nces empezar_n a desaparecer t_das las curvas del mund_, las carreteras, las mujeres guapas, las _las del mar, l_s caramel_s de menta, el S_l y la Luna. Desperté cuand_ empezar_n a b_rrrarse las circunvalaci_nes de mi cerebr_…

Pepón Lapidario. Visto en: http://www.goodreads.com/topic/show/99107-microcuentos

Un milagro

Le habían asegurado que la Sagrada Imagen retornaría el movimiento al brazo paralizado y la señora tenía mucha fe. ¡Lo que consigue la fe! La señora entró temblando en la misteriosa cueva y fue tan intensa su emoción que enmudeció para siempre. Del brazo no curó porque era incurable.

Llorenç Villalonga. Visto en: http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/mini/un_milagro.htm

Un hombre de principios

Naturista, vegetariano, fanático del reciclaje, abstemio y activista anti-tabaco, Abulio Soteles no tardó demasiado en renunciar también al sexo para evitar todo contacto contaminante con otros humanos (sólo en momentos de máxima desesperación se entregaba a ejercicios onanistas, siempre rápidos y raramente placenteros).

Nunca contento con esa vida de renuncias, Abulio acabó por regalar sus escasas pertenencias y se refugió en una pequeña cueva, donde se entregó a la meditación.

Murió devorado por sus axiomas.

David Roas. Publicado en Cátedra, 2012.

Avería

—Y, al final, ¿qué es lo que tiene? —preguntó la dama de largo abrigo entallado y sombrero picudo.

—Pues el compañero lleva toda la mañana con ella y parece ser que se le ha escoriolado el manillón del aceleramiento —contestó el mecánico rascándose el cabello hirsuto y ralo por debajo de la gorra.

—¿Y tardarán mucho en repararla?

Parecía impaciente. El mecánico entornó los ojos y miró a la mujer con el gesto resignado de quien soporta el mismo contratiempo todos los días.

—No sabría decirle… dos días, tres… Todo depende del estado de la pieza.

La escoba descansaba sobre el banco, rodeada de herramientas.

—¿La podrían tener lista el viernes, que tengo Aquelarre en los bosques del Norte?

Fefa Martí Maldonado. Visto en http://lascosasdelacaja.blogspot.com.es/

La web de Marina

Marina tecleó en el formulario de un buscador de Internet: «Estoy sola. Me llamo Marina. Escríbeme si también te encuentras solo». Por suerte dio con la web de otra chica que, como ella, también se llamaba Marina. No era la única coincidencia: la otra Marina también buscaba compañía. Decidió escribirle un correo electrónico. En el apartado Asunto tecleó: «No te preocupes. Nos haremos compañía mutuamente. Mi nombre es Marina». Y dejó el cuerpo del mensaje en blanco. Todo estaba dicho ya.

Un minuto después, Marina recibió el correo electrónico que se había enviado a sí misma. Sonrió y respiró profundamente. Sabía que esa nueva amistad le haría compañía hasta el fin de sus días.

Francisco Rodríguez Criado. Publicado en Cátedra, 2012.